jueves, 26 de agosto de 2010

La triste historia, ¿con algún final?



Día 27 de agosto del 2010,

Hace bastante calor, hay tierra en el aire y los grados parecen aumentar en cuestión de segundos. Es viernes, por la tarde, y salgo a dar una vuelta. Me detengo en un bar, uno cualquiera, si hubiera elegido no hubiese sido este.

Allí me encontré con él, sí, otra vez lo vuelvo a ver... Se me hace eterno el instante en que su mirada se cruza con la mía. Una parte de mi piensa que él fue el único dueño de mi vida y que su ausencia solo deja dolor, pero otra parte de mi anhela verlo sufrir, sí, quiero verlo sufrir, que llore como yo lloré, que se sienta como un desperdicio. Pero no es así, él se siente bien, igual que cuando estuvo conmigo, feliz...

Me voy del bar, me tomé un café y salí rápidamente, antes de que mi corazón me traicionara. Ya no sé ni a dónde ir, me he quedado desconcertada. No quiero nombrarlo, pero aún así es su nombre el que tengo de contraseña y no he sido capaz de cambiarla... En mi agenda, también está, en letras grandes, adornado y con colores vistoso. Es como si él mismo dijera: -Ahora me vas a ver en todos sitios, no me olvidarás.

Me siento rara, estoy en la bañera de mi casa, y el agua no es transparente, ¿qué me pasa?, estoy perdiendo el conocimiento. El agua, el frío, me duele la cabeza, me arde la sangre, ¿me estoy muriendo?... la sangre en la bañera, los cristales rotos de una botella de whisky, mi cabeza dando vueltas, me desvanezco...

*CONTINUARÁ*

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